“Los argentinos somos capaces de lo mejor y de lo peor. Podemos ser solidarios y crueles, generosos y egoistas, creativos y destructivos. Esa es nuestra grandeza y nuestra tragedia”.
Rodeados de épica y pálidas, la historia Argentina se jacta de tener una trama repleta de mala práxis económicas. Déficits gemelos por 17 puntos del PBI, cepo, inflación del 15.000% anual, deuda con importadores por USD 30 mil millones, y la cuenta sigue. Si bien es cierto que la baja del salario real, la suba de los precios contenidos y la baja del consumo nos aumentó el riesgo de recesión, también es cierto que por primera vez en su historia, Argentina hoy se encuentra ante la histórica posibilidad de encabezar el mapa geopolítico.
Con dos guerras activas, una caida del comercio exterior global del 2% en los últimos 3 años y un aumento en la demanda proyectada de alimentos del 60%, muy rara vez nos volveremos a encontrar en esta posición tanto a nivel Nación como a nivel internacional. Sin embargo, años de descalabro fiscal, regulaciones y proteccionismo estatal dejaron un daño en el inconsciente colectivo que nos aleja de tomar conciencia acerca de cuán competitivos somos ante el mundo. Asimismo, también nos hemos olvidado que la función del gobierno no es la de accionar como un líder mesiánico, protegiendo industrias y controlando precios. Por el contrario, la función de un gobierno es el de crear las condiciones necesarias de libertad, espontaneidad y libre coordinación para que los agentes que componen el mercado, tanto chicos como grandes, puedan interactuar e intercambiar bienes y servicios libremente.
Ciegos de Proteccionismo
Un eterno problema en Argentina no fue ni la competitividad ni la falta de personal calificado, sino la inflación, los controles de precios y la distorsión en los precios relativos. La inflación se soluciona dejando de emitir y, en ese sentido, el programa macroeconómico de Luis Caputo y Pablo Quirno se ocupó de recortar abruptamente la inflación y de ahorrar tres bases monetarias en intereses (40 Billones de pesos) tan sólo vía baja de tasas.
En lo que respecta a regulaciones, históricamente Argentina desplegó un esquema de políticas que aseguraban la vigencia de negocios obsoletos para el ciudadano a pie sólo porque eran extremadamente rentables para un porcentaje marginal de la población.
Desmantelar estas regulaciones y protecciones no sólo implica que se genere una resistencia contundente de parte de aquellos que eran beneficiados por estas distorsiones, sino que esto obliga al ciudadano a pie a hacerle frente a una verdad casi prohibida: “Para que el nivel de precios mejore, tenemos que aumentar nuestra competitividad”.
Si hay algo que la gestión del Presidente Javier Milei dejó muy en claro es que las provincias deberán recurrir a la explotación de sus propios recursos de manera estratégica para poder mantenerse productivos y, sobre todo, ser capaces de solventar su propia estructura pública.
Bajo este enfoque federal, es crítico entender que el verdadero cambio no radica meramente en la aprobación de la Ley de Bases ni en el consenso político que el Presidente pueda lograr en el Senado. El verdadero cambio radica en que la población sea consciente que está ante la oportunidad de redefinir su estrategia de inserción internacional pero esta vez, con ellos adentro.
Ignorar la posibilidad histórica en la cual se encuentra el emprendedor argentino y las condiciones geopolíticas sólo por la inocente creencia de que dependemos estrictamente de una figura política o una institución corporativa más sofistificada, no sólo es falso sino que es algo que nosotros denominamos en este artículo como “El precio de la Ignorancia” ( Link: https://www.fin.guru/es/tecnologia-e-innovacion/hoy-en-el-extrano-mundo-de-biotecnologia-el-precio-de-la-ignorancia.)
“Nos encontramos en un momento crucial para iniciar la construcción de un puente sin precedentes entre Argentina y Estados Unidos, uniendo a los principales actores del sector privado de ambos países. Esta unión se hace necesaria tanto desde un punto de vista geopolítico, comercial como social. Estados Unidos, como lider mundial, tiene la responsabilidad de canalizar inversiones, desarrollo y tecnología hacia países como Argentina. Estos países no solo cuentan con la experiencia y el profundo conocimiento de las dinámicas del mercado, sino que también comparten un perfil sociocultural donde prevalecen valores como el mérito, la determinación y la conciencia de que el trabajo y el esfuerzo son la base del progreso.
El sector biotecnológico argentino necesita imperiosamente fortalecer sus vínculos con Estados Unidos. El potencial de este sector es inmenso, pero requiere de una visión clara y estratégica para alcanzar su máximo potencial. La colaboración con un socio experimentado como Estados Unidos puede ser el impulso definitivo para que la biotecnología argentina alcance nuevos horizontes.” dijo Mariano Meneo, cofundador y CFO de la consultora GB.
Lo que puede hacer el Estado vs lo que puede hacer el productor
Cuando hablamos de funciones del Estado y de gestar las condiciones necesarias para el libre intercambio, esto implica indefectiblemente una reforma fiscal. Por ejemplo, en el sector agropecuario, la participación del Estado en soja es del 68,4%, maíz 57,3%, trigo 83,9% y girasol 54,1%. Si bien los niveles de producción son mayores post-sequía, la caída en los precios redujo el valor bruto de la producción.
Retomando el concepto de federalismo, para superar la fragmentación política y económica a nivel nación es necesario que cada provincia y cada municipio plantee un nuevo esquema de incentivos impositivos para captar inversiones tanto locales como del extranjero. Estas deben al menos igualar o superar a las planteadas por las RIGI (Régimen de Incentivos de Grandes Inversiones).
Esto permitirá no sólo aumentar la capacidad productiva de cada uno de sus recursos, sino también fomentar la construcción de lazos comerciales directos con el extranjero sin la intermediación de provincias como Buenos Aires. Dato no menor considerando que todos los vínculos desde y hacia Argentina hasta el momento tenían que pasar por Buenos Aires.
Para explicar mejor este concepto y no limitarlo a un solo sector, es necesario recurrir a este gráfico acerca de las locaciones con mayor atractivo para la industria minera en dónde refleja una curiosa particularidad: en la lista hay países, pero también provincias.
Otro ejemplo pero en el campo agropecuario, si tomamos de manera aleatoria un cultivo como el ajo, Argentina se ha destacado como uno de los principales proveedores de ajo fresco a Estados Unidos. Tan sólo en 2023, Argentina se ubicó cuarto en la lista de proveedores de ajo, después de China, España y México, exportando el 10% del valor total importado por Estados Unidos. A nivel provincial, San juan generó exportaciones de ajo fresco por un total de USD 51.6 Millones en FOB. ¿El resultado? Es la provincia con menor porcentaje de pobreza en la región de Cuyo.
Conclusión, por un lado es momento que los gobiernos provinciales sean conscientes de esta nueva visión federal en dónde la migración interna surgirá fundamentalmente en base a la competitividad y de la eficiente creación de un sistema de incentivos pro-mercado. Desde el plano nacional, el equilibrio fiscal no está en discusión y para poder superarlo van a tener que generar provincias competitivas no sólo ante Argentina sino ante el mundo.
Por otro lado, durante muchos años hemos padecido las miserias de vivir en un país que no conoce otra realidad más que la de estar inmerso en desmadres económicos. Nos hemos quejado, hemos llorado y hemos visto con recelo como otros países lograron ganar ese trofeo por el que tanto nos esforzamos. Hoy la realidad es diferente.
Hoy la realidad nos propone abrazar nuestro destino de la manera en la que siempre soñamos: Fuertes, determinados e inquebrantables. Desplegando nuestra esencia en cada producto ante el mundo, demostrando que volvimos pero esta vez para quedarnos.
Pero esa decisión final no la tienen ni los políticos, ni los grandes grupos o corporaciones.
Esa decisión es nuestra y está en nosotros decidir si nos aferramos con determinación a ese destino de grandeza para hacerlo brillante o si preferimos sucumbir ante lo fácil y caer en el eterno capítulo de la miseria y nostalgia sobre lo que pudo ser pero nunca fue.
Comentarios