Fuente: Saul Loeb/AFP/Getty Images
Un Paraíso Que Se Desmorona.
Por un viaje de trabajo aterrizo en la neoyorquina ciudad de Toronto. La metrópoli canadiense comparte muchos paralelismos con Nueva York, pero a diferencia de las megalópolis estadounidenses, destaca por su limpieza y por la menor presencia de personas en situación de calle.
Me recoge en un Uber Diego, un mexicano que lleva ocho años viviendo en Norteamérica. En 2017, tras el triunfo de Donald Trump, decidió abandonar Estados Unidos por temor a las políticas migratorias del entonces presidente y se trasladó a Canadá, un país que, bajo el gobierno de Justin Trudeau, mantenía una postura de fronteras abiertas para los inmigrantes. Sin embargo, Diego me cuenta que, a pesar de esta apertura, las condiciones económicas se han vuelto cada vez más difíciles.
Actualmente, maneja un Uber durante ocho horas al día, pero necesita otros dos empleos para poder llegar a fin de mes. “Los alquileres pasaron de costar entre 1,500 y 1,700 dólares canadienses a casi 2,500”, me dice. Este incremento ha hecho que muchas familias de clase media enfrenten serias dificultades económicas, una situación que se ha generalizado en todo el país. En Canadá, a diferencia de América Latina, no existen asentamientos populares ni barrios de baja calidad, por lo que quienes no pueden costear una vivienda en las grandes ciudades deben optar entre mudarse al interior o, en el peor de los casos, terminar en situación de calle. Además, la disponibilidad de drogas extremadamente potentes es un problema creciente en el norte del continente.
Diego también menciona las estrictas leyes antidiscriminación del país. Según su experiencia, una persona puede enfrentar penas de prisión de entre cuatro y cinco meses por cometer actos discriminatorios en la vía pública, ya sea por agredir sexualmente a una mujer o por negar la identidad de una persona trans. “Si muchos referentes del gobierno de La Libertad Avanza estuvieran en Canadá, probablemente estarían presos”, comenta.
La crisis de vivienda también se ha visto agravada por el crecimiento migratorio, especialmente por el aumento de inmigrantes indios que han poblado gran parte de las ciudades. Esta alta demanda, combinada con una escasa inversión en infraestructura inmobiliaria, ha provocado aumentos acelerados en los precios de los alquileres en Toronto y otras grandes urbes. Diego, quien ha vivido en Canadá el tiempo suficiente para percibir estos cambios, destaca la diferencia entre la realidad canadiense y la de América Latina. “La verdad es que, con lo que gano aquí, viviría mucho mejor en México”, me confiesa.
La crisis política:
Justin Trudeau enfrentó durante los últimos meses una de las crisis políticas más profundas de su mandato, resultado de una acumulación de escándalos, crisis económicas y decisiones gubernamentales que erosionaron su popularidad. Lo que comenzó como una imagen renovadora y progresista en 2015 se convirtió, con el paso del tiempo, en un liderazgo cuestionado, debilitado y con una creciente oposición dentro y fuera de su propio partido. Su renuncia es el desenlace de años de desgaste, marcado por una gestión económica ineficaz, una crisis de vivienda sin precedentes y el enojo de amplios sectores de la sociedad canadiense.
Uno de los primeros golpes a su credibilidad ocurrió en 2019 con el escándalo SNC-Lavalin, cuando se reveló que su gobierno presionó a la fiscal general para evitar acciones legales contra una empresa de ingeniería acusada de corrupción. La polémica afectó su imagen de transparencia y compromiso con la ética pública, generando dudas sobre sus verdaderas intenciones. Sin embargo, el desgaste definitivo llegó con la gestión de la pandemia de COVID-19 y su respuesta a las protestas de los camioneros en 2022. La imposición de estrictos mandatos de vacunación y el congelamiento de cuentas bancarias de los manifestantes fueron interpretados por muchos como un exceso de poder y una violación de las libertades individuales, lo que consolidó a sus detractores y dio impulso a la oposición conservadora.
A esto se sumó una crisis económica cada vez más profunda. La inflación disparada, el aumento en el costo de vida y el precio inaccesible de la vivienda golpearon con especial fuerza a los jóvenes, que alguna vez fueron su principal base de apoyo. Con salarios estancados y alquileres en máximos históricos, la frustración se hizo evidente en las encuestas, donde su popularidad cayó a niveles récord. La situación se agravó con su política migratoria, que, aunque benefició a sectores económicos en busca de trabajadores, generó presiones adicionales en el mercado inmobiliario y los servicios públicos, aumentando el descontento de la clase media y trabajadora.
Internamente, el Partido Liberal también comenzó a fracturarse. Las críticas de figuras clave dentro de su propio equipo y la falta de una estrategia clara para revertir la crisis provocaron que su liderazgo fuera cada vez más cuestionado. En un intento por recuperar la confianza, Trudeau adoptó un tono más combativo, presentándose como el único capaz de enfrentar los desafíos del país. Sin embargo, para muchos canadienses, esto llegó demasiado tarde. La falta de soluciones concretas y el creciente apoyo a la oposición hicieron insostenible su permanencia en el poder.
Tensiones con el NAFTA.
Desde el inicio de la gestión de Donald Trump, Canadá, junto con Groenlandia y México, ha sido protagonista en los principales medios del mundo debido a las tarifas impuestas por su gobierno. El resurgimiento del nacionalismo y el descontento entre los canadienses llevaron a escenas en las que productos estadounidenses, como el whisky, fueron retirados de los supermercados en las grandes metrópolis del país francófono por primera vez en su historia.
Uno de los principales focos de conflicto ha sido la decisión de la administración republicana de aplicar un gravamen del 25% a los automóviles y a piezas clave para su fabricación importadas de otros países. La medida, que entrará en vigor el 2 de abril, ha sido rechazada por las autoridades canadienses. En este contexto de creciente tensión comercial, Trump advirtió esta semana que podría imponer aranceles aún más elevados a Canadá si considera que sus políticas perjudican a la economía estadounidense. Desde Canadá, el primer ministro Mark Carney calificó la política arancelaria de Washington como un “ataque directo”, reforzando el clima de confrontación que domina las relaciones bilaterales.
Antes de su renuncia al cargo de primer ministro, Justin Trudeau llevo adelante una conferencia de prensa cargada de tensión y firmeza. En su discurso, calificó los aranceles impuestos por Estados Unidos como una decisión “innecesaria e injustificada”, acusando a Trump de utilizar el fentanilo como una mera excusa para justificar medidas proteccionistas. Trudeau anunció la implementación inmediata de aranceles recíprocos del 25% sobre importaciones clave de Estados Unidos y confirmó que su gobierno desafiará la decisión de Washington ante organismos internacionales. En un momento llamativo de su intervención, Trudeau se dirigió directamente al presidente estadounidense llamándolo simplemente “Donald”, subrayando la relación de años que han mantenido ambos líderes, pero también marcando distancia con la decisión de la Casa Blanca. El ex primer ministro anunció la implementación inmediata de aranceles recíprocos del 25% sobre importaciones clave de Estados Unidos y confirmó que su gobierno desafiara la decisión de Washington ante organismos internacionales. Además, dirigió un mensaje directo a los ciudadanos estadounidenses, advirtiéndoles que su propio gobierno estaba poniendo en riesgo empleos y la estabilidad económica de ambos países. Con un tono enérgico y apelando al nacionalismo canadiense, el primer ministro dejó en claro que su país está dispuesto a resistir y responder con todas las herramientas a su disposición.
..
Comentarios