Por años el sector de Biotecnología se ha mantenido bajo la óptica de los traders locales como un mundo repleto de riesgo, inestabilidad y también con cierto grado de elitismo respecto a quienes pueden ser los miembros selectos que pueden tener acceso a ese mundo tan peligroso pero, a su vez, tan atractivo.
Lo cierto es que dentro del sesgo que se construyó a nivel local, en Latinoamérica pero principalmente en Argentina, se logró construir una estructura sesgada que dista mucho de la realidad con la que se trabaja día a día en Biotech. Esto es: acceso a los principales centros de desarrollo e investigación a nivel mundial sólo vía ciertos grupos o intermediarios discretos, dinámicas de trabajo de tipo vertical, uso excesivo de marketing para brindar una falsa sensación de exposición a un mercado nacional con proyección global, escasa información circulante entre los fundadores, entre otros.
A diferencia de otros países limítrofes, Argentina es considerada a nivel mundial como un país que tanto en la parte farmacológica como en la parte de agricultura, jamás dejó de estar bajo la lupa de los principales mercados de Biotecnología. Por el contrario, no sólo es referente sino que es lider. Y con esto no se está asumiendo que el resto de los países no tenga talento ni tampoco capacidades, todo lo contrario. Pero los desafíos macroeconómicos que ocurren en Argentina le otorgan un grado tal de singularidad que lo colocan en otro grupo. Y esto es porque aún con una sequía sin precedentes y con una inflación de tres dígitos: dentro del rubro farmacológico, Novartis aumentó 5 veces el número de ensayos clínicos en nuestro pais en los últimos años se mantiene como uno de los 5 países más grandes y avanzados dentro del rubro agrícola junto con Estados Unidos, China, India y Brasil.
“A mar revuelto, ganancia de pescadores”
Si sólo tomamos la jurisprudencia en el espectro macroeconómico, no es de extrañar que los emprendedores argentinos se caractericen por: su versatilidad, su resiliencia, su creatividad en ecosistemas financieros hostiles. Estas cualidades son críticas y claves a la hora de emprender. Pero, como todo no se puede, no es fácil emprender y, a la vez, mantenerse al tanto de las dinámicas internas de otros mercados. Especialmente si se trata del financiero.
Dado que el mundo de Biotech es, como se mencionó en un principio, un mundo complejo, riesgoso pero a su vez atractivo son pocos los que realmente se ocupan de hacer la debida investigación de mercado a nivel nacional y global. Consecuentemente, esto da lugar a que haya un grupo minoritario que corra con amplias ventajas sobre una gran mayoría que desconoce información clave.
En Argentina, emprender implica exponerse a un mundo donde predomina el uso y abuso de la información asimétrica. El mismo sector financiero no escapa de este fenómeno, ya que sin ir más lejos el lanzamiento de la oferta pública de Richmond y hace unos años la empresa Rosenbusch, también se vieron envueltas en este suceso. Ambas empresas locales, quienes
pertenecen al ámbito de Biotecnología, fueron cubiertas por analistas locales hace unos años y en esos reportes volcaron de manera casi ficticia el perfil de ambas empresas, apelando a datos erróneos como empresas comparables y proyecciones sesgadas.
Un verdadero pecado ya que, si bien las intenciones ex-ante era el de incentivar el desarrollo e inversión local, este tipo de maniobras lo único que genera es el completo efecto inverso. Incluso se podría decir que tanto Richmond como Rosenbusch fueron víctimas de este tipo de eventos y que su costo fue demasiado alto a nivel financiero.
Dentro del ecosistema emprendedor pasa lo mismo, salvo que el que paga las consecuencias es siempre, y en todo lugar, el emprendedor. El emprendedor deposita confianza, tiempo y su ilusión de toda la vida en fondos que cuentan con un nombre generalmente americano detrás
para sellar su “garantía” de confianza. Este sello los habilita a apuntalar a las startups a piacere casi de manera un tanto impune siempre bajo la premisa de que se los acompaña y se los ayuda a escalar el negocio afuera.
No obstante, cuando uno indaga en los modelos de negocios e inversión, raramente esto ocurre y no por falta de talento, todo lo contrario. Sino por cuestionables modelos de negocios que lejos están de correlacionar con la verdadera dinámica de mercado en el mundo de Bio.
Veamos.
En Argentina muchos fondos de inversión sostienen un modelo que argumenta un acompañamiento desde fase temprana (lease “idea”) hasta “Serie A” y lo denominan “etapa de MVP”. Esto es falso. La etapa de MVP es una etapa donde se busca validar la tecnología y/o hipótesis para luego levantar una nueva ronda de capital. Lease “Etapa pre-semilla”, validación y serie “Semilla”. La “Serie A” es una etapa donde se tiene un producto ya madurado y listo para escalar. En términos de financiación, si bien Argentina tiene un contexto económico donde el tipo de cambio hace que la inversión en dólares pueda ser más chica (lease que en vez de USD 100 mil, se baraje una ronda de USD 50 mil Ahora, entre que se analiza si la startup es un buen fit para el fondo y asumiendo que el proceso de selección sea exitoso para el emprendedor, este proceso puede llevar un año, año y medio. Lo cual es una eternidad, especialmente para una empresa que no recibe ingresos y que los necesita para poder subsistir.
En el mundo real de Bio,dejando de lado la disponibilidad de fondos, la interacción no sólo es rápida ( de 2 semanas a 3 meses como máximo para decidir si la empresa es un “si” o un “no” para el fondo), sino que lo que verdaderamente se busca es potenciar ideas. ¿Cómo? Se dejalibre albedrío a la hora de diseñar soluciones, se testea en etapa pre-semilla y semilla la viabilidad y ahí se define por si o por no si amerita ajustar o escalar. En materia de networking, no se hace networking sólo con otros fundadores o a nivel local, se pone a disponibilidad canal académico y de mercado para catapultar el potencial de las ideas propuestas.Si no hay capacidad de fondeo de parte de los fondos, se habilitan otras alternativas.
Pero siempre, siempre, se busca desarrollar las ideas de manera intensiva, independientemente de si haya o no capital disponible, priorizando y respetando fundamentalmente los tiempos de los fundadores que son los que destinan todo su tiempo y se sacrifican para cumplir sus sueños.
Considerando todos estos factores endógenos que resultan totalmente perjudiciales para el emprendedor local y la necesidad del comercio global de hacer negocios con Argentina, se puede decir que el vínculo emprendedor- fondo local de inversión en Argentina es completamente disfuncional y dañino.
¿Es necesario cambiarlo? Si. Es necesario re-estructurar, dejar de desperdiciar talento local, poner bajo la lupa el potencial argentino para diseñar, desarrollar y ejecutar soluciones de mercado concretas. El mundo tiene apetito por Argentina. No hay un perfil emprendedor como el argentino quien, a pesar de tener tres dígitos de inflación, sequías sin precedentes y una presión tributaria sin igual, se mantiene como referente mundial en materia de recursos, talento y soluciones en el campo de biotech.
De Richmond a Rosenbusch. Laboratorios, clínicas, agricultores, productores, científicos, es hora de plantarse. El precio de ignorar y delegar decisiones es muy alto. Hay que cambiar, y hay que cambiar las cosas, ahora.
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