● El camino que me trajo a la Ingeniería Ambiental.
Muchos de ustedes, mientras leen esto, recordarán o estarán pasando por esa etapa que yo
pasé: mis 17 años cuando me planteaba qué carrera seguir para el futuro. Yo quería estudiar
algo que me deje aportar soluciones a los problemas de la sociedad usando la creatividad.
No me gustaba leer ni memorizar. En el colegio me sentía cómoda con las matemáticas, la
física, la química. Si había una hoja cuadriculada yo estaba bien, con los renglones no me
hallaba. Dije “listo, voy a ser ingeniera”, ¿Pero de qué?.
Pensé en Ingeniería naval o civil hasta que, en una charla con mis amigas me di cuenta que
no era ninguna de esas dos. Era todo el entorno que rodea esas estructuras lo que más me
cautivaba. En aquel momento, la Ingeniería ambiental no era muy conocida.
Hoy el ambiente está en boca de todos, sobre todo de los más jóvenes. Esos mismos que en
los próximos 5 o 7 años, cuando los que hoy empiecen a estudiar la carrera estén recibidos,
van a ser quienes tomen las decisiones sobre el mundo que rodea esas estructuras que
finalmente, no me cautivaron y que, muchas veces, son la causa del problema que nosotros,
los ingenieros ambientales, tenemos que evitar o resolver. El mundo cambió y va a seguir
cambiando. Depende de nosotros que lo haga en el sentido correcto.
● Buenísimo pero, ¿qu hacen los Ingenieros ambientales?
A más de uno de nosotros quizás le cueste ver el vínculo entre la ingeniería y el ambiente. Si
separamos las dos cosas y pensamos en ingeniería te imaginas un enorme edificio, un
puente, contaminación, imponentes plantas industriales, inteligencia artificial, chimeneas.
¿Y si pensas en el ambiente? Quizás se te venga a la mente un lindo paisaje, fauna, aire
puro.
Déjame contarte que estos mundos, que en principio parecen un poco alejados, son más
cercanos de lo que crees.
Detente a pensar en el entorno que te rodea. Estas leyendo esta nota desde un dispositivo
electrónico que está conectado a internet. Quizás estás bebiendo o comiendo algo en tu
casa o en tu trabajo, con iluminación artificial eléctrica, o tal vez estés viajando en
transporte público. Para que todo eso suceda, tuvo que desarrollarse la infraestructura
tecnológica, de comunicaciones, la industria alimenticia, la generación eléctrica y el sistema
de transporte, como mínimo.
Nuestro estilo de vida en el 2023 nos permite satisfacer un sin fin de necesidades básicas
con una facilidad que hace 2 décadas era impensada y otras que son simplemente disfrute y
buscan, simplemente, mejorar lo que consideramos una buena calidad de vida.
Debemos observar también ese contexto a nivel mundial: el desarrollo de la tecnología nos
permite contar con un avance exponencial en los sistemas de salud. El promedio de
esperanza de vida a nivel mundial se ha incrementado, dependiendo del país de nacimiento,
entre un 10% y un 100% en los últimos 60 años.
El avance en materia de telecomunicaciones acerca y conecta a las personas que, ahora,
pueden trabajar juntas sin importar la distancia que las separe.
Está claro que el desarrollo de la ciencia y la tecnología traen enormes beneficios, pero todo
tiene un costo. Cuanto más vivimos, más poblado está el planeta y más recursos
consumimos. Y cuanta más tecnología desarrollamos, más energía se necesita para sostener
el sistema. El precio de esto lo pagamos con emisiones de gases de efecto invernadero que
hoy vemos en forma de cambio climático. Todo nos lleva a pensar que no podemos
continuar dentro del mismo modelo de producción lineal que desatienda el cuidado del
entorno. Allí es donde entra la ingeniería ambiental.
A partir de los años 80 las empresas empezaron a ver que, más allá de tomar
responsabilidad de las consecuencias sociales de sus acciones, se beneficiaban al
implementar una mirada ambiental. Había ahorros al ser más eficientes en sus procesos y
los ingenieros ambientales fueron los filtros de gestión y detección de oportunidades de
mejora.
Hoy vemos que, en la crisis energética que atraviesa el mundo, el cuestionamiento ya no es
cómo se van a abastecer a más personas, sino cómo se va a garantizar electricidad a los
habitantes actuales. Una alternativa de solución podría ser reconsiderar nuestras prácticas
de consumo industrial, aprovechando recursos naturales como agua de lluvia para
enfriamiento de equipos tecnológicos, o las mismas corrientes marinas, en lugar de construir
centrales termoeléctricas y seguir extrayendo gas mientras que a la par avanzan las energías
renovables. Lo maravilloso de esta alternativa es que cumple las 3B: Bueno, bonito y barato.
Podemos aplicar el mismo principio a los problemas de gestión de residuos, transporte,
contaminación del aire, etc. Esto nos abre la puerta a que pequeños cambios, sin elevados
costos, pueden traer mejoras superiores.
La ingeniería ambiental, en definitiva, es el continuo estudio de la relación de la humanidad
con los efectos que inevitablemente provoca en su entorno y convoca al trabajo
interdisciplinario de profesionales. La evolución es continua y, por lo tanto, los
cuestionamientos también, ya que implica un replanteo de nuestros hábitos y el trabajo
multilateral entre la sociedad, los gobiernos y las empresas.
Comentarios