La inteligencia artificial (IA) no es un fenómeno nuevo, pero su evolución a lo largo de la historia ha ido modificando lo que podemos entender por ella.
Desde el famoso “Test de Turing” de los años cincuenta, en el que se consideraba que una máquina era inteligente si al conversar con un humano mediante texto, lo hacía de una forma tan natural que aquel no fuera capaz de distinguir que su interlocutor era una máquina; hasta la era actual del auge de la inteligencia artificial generativa, que puede producir nuevo contenido como texto, imágenes, videos, voces, códigos de programación, etc.; podemos afirmar que su avance y progreso ha sido extraordinario, habiéndose acelerado considerablemente en los últimos tiempos.
Todo ello es posible principalmente por el desarrollo exponencial de la capacidad de procesar y almacenar grandes volúmenes de datos.
Asimismo, hasta solo hace algunos años, se trataba de una disciplina reservada a las ciencias informáticas, pero al volverse transversal a la mayoría de las actividades y la vida cotidiana de las personas, comenzaron a involucrarse en su estudio, análisis y experimentación, todas las profesiones, ya que ninguna resulta ajena, convirtiéndose en un imperativo que su abordaje sea interdisciplinario.
En este contexto actual: ¿Somos conscientes de la revolución que estamos transitando?, ¿comprendemos cuáles son los verdaderos desafíos?, ¿estamos preparados para lo que se viene? Veamos:
El boom de chatGPT
Si bien antes de ChatGPT, ya existían otras herramientas de IA generativas cuya utilización se estaba empezando a extender, su llegada hace un año marcó un hito.
Se trata de un agente conversacional, que procesa lenguaje natural, es decir que puede reconocer y generar lenguaje humano, mediante conversaciones con el usuario, que formula una pregunta, un pedido o brinda instrucciones (prompts), para que el sistema responda mediante texto.
Cuanto más precisos y detallados sean los prompts, mejor será la respuesta que obtendremos.
Se diferencia de otros chatbots por su gran sofisticación ya que está dentro de los LLM, grandes modelos de lenguaje, atento haber sido entrenado y contar con millones de parámetros de datos de texto.
Está basado en el modelo GPT (transformador generativo pre-entrenado), desarrollado por la empresa OpenAI, fue evolucionando hasta llegar a su versión 3.5, que impulsó el lanzamiento del producto ChatGPT.
Lo realmente disruptivo, que produjo un gran impacto social, fue su aparición en forma de chatbot de acceso público y gratuito, democratizando así su uso, ya que de manera sencilla permite a cualquier persona interactuar con el sistema conversando en forma simple, natural e intuitiva, como si lo hiciera con otro humano.
Esto logró que su utilización sea masiva en sus primeros días, llegando al millón de usuarios en tan solo una semana.
A ello se suman otras de sus características principales como la amplia versatilidad, y la posibilidad de realizar varias tareas, lo que resulta sumamente atractivo ya que puede ser utilizado para numerosos fines y actividades entre las que se pueden destacar:
- entretenimiento
- educación
- guías e itinerarios de viaje
- planes de entrenamiento
- recetas de cocina
- traducciones
- cálculos complejos
- generación de documentos
- composición de historias, cuentos o poesías
- revisión de textos y extracción de información relevante
- realización de resúmenes
- borrador, ordenador o disparador de ideas
Y eso no fue todo: en muy poco tiempo avanzó hacia GPT-4, lanzando ChatGPT plus, una versión con costo y mejorada con respecto a la estándar, que cuenta con mayores características, mejores respuestas, más personalización y nuevas funcionalidades como la posibilidad de incluir imágenes en el chat, chatear por voz, y generar nuevas imágenes desde cero, mediante la incorporación de DallE-3, que también es otro desarrollo de OpenAI.
Recientemente se incorporó la posibilidad de crear nuestros propios GPTs personalizados, de manera sencilla y sin necesidad de saber escribir código, adaptado a nuestras necesidades, tareas y finalidades específicas.
Ello se hace de la misma manera que interactuamos con el sistema para que nos brinde otros tipo de respuestas, es decir, dándole instrucciones precisas en cuanto a lo que queremos crear, combinándolo con conocimientos adicionales y habilidades disponibles; los que incluso se podrán compartir y poner a disposición de otros usuarios para que los utilicen.
Así, la posibilidades son innumerables:
- asistente de atención al cliente
- generación y revisión de documentos específicos
- creación de contenido
- estrategias de marketing
- automatización de tareas
- desarrollo de códigos
- tutoría para estudio
- gestión de correo electrónico y agenda
- documentación de reuniones e ideas
Pero como no todo lo que brilla es oro (o sólo oro), y la IA tampoco escapa a ello, frente a todas estas potencialidades, estos modelos también cuentan con bastantes limitaciones propias.
Las respuestas que brindan son en base a probabilidades estadísticas de los patrones de información que extraen de los datos con los que fueron entrenados, por lo que cuanto mayor es la cantidad, la calidad y la variedad de los datos, más precisas serán las respuestas.
Pero no entienden o tienen conocimiento (en el sentido humano) sobre los conceptos del texto que generan, por ejemplo, ChatGPT puede redactar un proyecto de ley y quizás lo haga a la perfección, pero no sabe ni entiende de leyes.
Tampoco comprenden el contexto de la realidad, ni tienen sentido común, ni distinguen lo verdadero de lo falso, por lo que sus respuestas pueden contar con sesgos, errores, incoherencias o alucinaciones (invenciones).
A esto se suma la falta de transparencia y seguridad en el tratamiento de los datos personales y el impacto ambiental que se produce por la cantidad de energía necesaria para entrenar y utilizar estos modelos.
Por lo que las implicancias éticas y legales son numerosas y muchas veces generan rechazo o desconfianza con respecto a su utilización e implementación en diferentes ámbitos sensibles como la educación, la justicia o la salud.
Y ahora: GEMINI
Hace tan solo unos días, Google volvió a sorprender anunciando la llegada de Gemini, su nuevo modelo de comprensión masiva de lenguaje multitareas, que cuenta con capacidad multimodal, es decir que puede operar y combinar diferentes tipos de información: texto, imagen, audio, video, código, etc.
El anuncio de su lanzamiento tuvo mucha repercusión, generó entusiasmo y altas expectativas, ya que el video de demostración compartido por la propia empresa mostraba algo espectacular y muy superador: una interacción en tiempo real mediante voz entre el usuario y el sistema, con aparente autonomía e iniciativa propia por parte del mismo para ver y analizar lo que iba ocurriendo en el video.
Pero a menos de veinticuatro horas de su presentación ya había generado decepciones, críticas y controversias, advirtiéndose que lo mostrado era una puesta en escena, atento ello no coincidía con lo publicado por la empresa en el artículo para desarrolladores, que contenía la explicación de cómo se obtenían los resultados.
En realidad, se usaron imágenes fijas y textos como prompts para generar las respuestas, en forma similar a lo que se puede lograr con GPT-4, que no es poco, pero es mucho menos de lo que parecía que podía brindar o conseguir.
En definitiva, fue solo una estrategia de marketing o publicidad falsa o al menos engañosa, para hacer parecer algo que no era y lograr una mayor repercusión, que terminó opacando la evidente potencialidad con la que cuenta este nuevo desarrollo que se presenta como muy poderoso y competidor directo de GPT-4.
Deberemos esperar un poco más para comprobarlo.
Reacciones y acciones:
El avance imparable en la carrera de las grandes empresas tecnológicas para ver quien llega antes a desarrollar el sistema más grande y poderoso de IA, potenciado por la propia tecnología (y nuestra relación con ella), en el mundo híper conectado en el que vivimos, hace que nos encontremos inmersos en un bombardeo permanente de novedades e información.
A esto se agrega que muchas veces las noticias están cargadas de cierto sensacionalismo y otras de premoniciones apocalípticas, que por la necesidad de inmediatez y velocidad con que circulan las mismas, no podemos ni siquiera detenernos a analizar en detalle y mucho menos validar.
Ello puede resultar abrumador y por momentos darnos la sensación que estamos dentro de una serie de ciencia ficción, lo que genera una excesiva expectativa, fanatismo o incluso rechazo ante el temor de los perjuicios que se podrían ocasionar.
La irrupción de ChatGPT volvió a poner en jaque ciertas afirmaciones que hasta hace poco tiempo se consideraban válidas en cuanto a que puede hacer la IA, planteando nuevas dudas y debates sobre si tiene creatividad o no, cómo y en que tareas o actividades nos va a reemplazar y si es posible que llegue una IA general que iguale la inteligencia humana de manera integral o supere la misma (Súper inteligencia).
Comprender en profundidad cómo funcionan estos modelos puede resultar muy complejo.
Por naturaleza, los seres humanos le tememos a lo desconocido, y el miedo es aún mayor si se acompaña de la creencia que eso que no conocemos puede dañarnos o dejarnos sin empleo.
Centrarnos solo en resaltar sus limitaciones, genera inseguridad o confusión y lleva a rechazar su implementación o utilización, o al menos a mantener el escepticismo a su respecto.
Por otro lado, simplificarlo demasiado, puede originar altas expectativas y un exceso de optimismo, que termine en frustración, haciéndonos caer en el error de que para todo necesitamos IA y que siempre todo lo puede hacer o resolver de manera adecuada.
Frente a esto, adoptar una postura realista nos permite hacer foco en sus verdaderos usos, para aprovechar todos los beneficios y ventajas que pueden brindarnos estas herramientas que en definitiva potencian las habilidades humanas.
Siendo imprescindible al mismo tiempo, conocer sus desventajas, riesgos y limitaciones, sabiendo que la IA no puede resolverlo todo y ni siquiera es necesario utilizarla en todos los casos, adoptando medidas para evitar un uso inadecuado, posibles daños y manteniendo siempre el control y la toma de decisiones a cargo de los seres humanos (human in the loop).
Pero ello tampoco resulta fácil, ya que requiere conocimiento y este solo se puede adquirir a través de educación, acceso a información de calidad, capacitación y aprendizaje constante, que permite desarrollar pensamiento crítico, adaptación a los cambios y flexibilidad, habilidades humanas que debemos fortalecer y profundizar, siendo tan requeridas en la actualidad como las tecnológicas.
La popularización de ChatGPT es un claro ejemplo de que estamos todos invitados a involucrarnos y participar de manera activa en esta era de la IA generativa.
Lo que vendrá:
Parece que los cambios van llegando antes de lo esperado y en formas que no podemos predecir con exactitud.
Lo que pensamos ahora probablemente cambie, ya que también se va transformando nuestra relación con la IA y no podemos saber lo que ocurrirá.
Sin perjuicio de ello, se puede vislumbrar que la IA generativa llegó para quedarse e instalarse cada vez más y que la interacción entre humanos y maquinas seguirá siendo conversacional, en forma de asistentes inteligentes que modifican nuestra manera de trabajar, de crear, de estudiar, de entretenernos, etc., potenciando y ampliando nuestras capacidades y habilidades, ya que pueden simplificar nuestro trabajo haciéndolo más eficiente y colaborar en el desarrollo de nuestras ideas.
Si bien, como ha ocurrido a lo largo de la historia en las anteriores revoluciones industriales, seguramente algunos trabajos podrán desaparecer, pero la mayoría se irán reformulando y surgirán nuevos, por lo que también continuarán variando las exigencias de formación o habilidades en diferentes profesiones y actividades, y quienes utilicen estas herramientas tendrán ventajas con respecto a quienes no.
La IA no puede reemplazarnos en cuestiones que requieran empatía, sensibilidad, conciencia, sentido común, escucha activa, pensamiento crítico, liderazgo, percepción, identificación de problemas a resolver que requieran el conocimiento y la comprensión de un contexto cultural o social determinado, etc.
Así como darle un buen prompt a ChatGPT resulta fundamental para que genere el resultado que esperamos, el hacernos permanentemente buenas preguntas sigue siendo esencial frente a los nuevos avances y desarrollos que van apareciendo.
Estas preguntas no sólo deben centrarse en qué puede hacer la IA y cómo, o si nos va a sustituir en nuestro trabajo, sino también y especialmente en qué queremos que nos ayude o haga por nosotros, y en qué no.
El viaje hacia el futuro es apasionante, vertiginoso, está lleno de desafíos y la IA puede ser un gran copiloto en muchos de los caminos por recorrer: ¡vamos!
Comentarios